31 dic 2008

El Segundo Gran Mandamiento de Cristo

“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras”—Hebreos 10:24

Por:

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado… En esto conocerán que sois mis discípulos…” Estas palabras no son palabras humanas, sino de nuestro Redentor. ¡Cuán importante es que cumplamos las instrucciones que nos ha dado! No hay nada que pueda hacer tanto para debilitar la influencia de la iglesia como la falta de amor. Cristo dice: “Yo os envío como a ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas”. Si hemos de enfrentar la oposición de nuestros enemigos, que son representados como lobos, cuidémonos de no manifestar entre nosotros el mismo espíritu. El enemigo sabe bien que si no nos amamos, su objetivo puede ser alcanzado, y la iglesia puede salir herida y debilitada por las diferencias entre los hermanos…

Vivir como ejemplos al mundo

¡Cuán cuidadosos debiéramos ser, para que nuestras palabras y acciones estén en armonía con la verdad sagrada que Dios nos ha encomendado! El mundo nos está mirando para ver el resultado de nuestra fe en nuestro carácter y en nuestra vida. Nos observan para ver si está teniendo un efecto santificador en nuestros corazones, para comprobar si estamos siendo transformados a semejanza de Cristo. Están listos para descubrir algún defecto, alguna inconsistencia en nuestras acciones. No les demos ocasión de reprobar nuestra fe.

No es la oposición del mundo la que más nos amenaza; es el mal atesorado en nuestro medio el que producirá las más grandes calamidades. Son las vidas no consagradas de los maestros las que retardan la obra de la verdad y oscurecen la iglesia de Dios…

Vivir los frutos del Espíritu

Dios quiere que cada hijo suyo se coloque en una posición donde él pueda derramar su amor. Él tiene en alta estima al ser humano, y nos ha redimido por medio del sacrificio de su Hijo unigénito. Hemos de recordar que nuestros prójimos han sido adquiridos con la sangre de Cristo. Si así nos amamos unos a otros, creceremos en amor por Dios y la verdad… El amor es una planta de origen celestial, y si deseamos que florezca en nuestros corazones, tenemos que cultivarla todos los días. El precioso árbol del amor da frutos que nos hacen dulces, amables, pacientes, lentos para responder a las provocaciones, capaces de aguantar y soportar todas las cosas.

Cuando os asociáis con otras personas, cuidaos de vuestras palabras. Que vuestra conversación sea de manera tal que no tengáis que arrepentiros… Si el amor a la verdad está es vuestros corazones, hablaréis de la verdad. Hablaréis de la bendita esperanza que tenéis en Jesús. Si tenéis amor en vuestros corazones, buscaréis afirmar y edificar a vuestro prójimo en la fe más sagrada. Si alguien deja escapar una palabra que afecte el carácter de vuestro amigo o hermano, no fomentéis esta maledicencia, porque es obra del enemigo. Recordad amablemente al involucrado que la Palabra de Dios prohíbe ese tipo de conversación. Debemos vaciar el corazón de todo lo que contamine el templo del alma, para que Cristo pueda habitar en él… Es la unidad de la iglesia lo que la capacita para ejercer una influencia consciente sobre los incrédulos y mundanos.

Vivir por Cristo, la Piedra angular

La iglesia de Cristo es considerada un templo sagrado. Dice el apóstol: “Por eso, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo…” Todos los seguidores de Cristo son representados como piedras en el templo de Dios. Cada piedra, grande o pequeña, debe ser una piedra viva que emita luz y encaje en el lugar asignado en el edificio de Dios. ¡Cuán agradecidos debiéramos sentirnos de que se ha abierto una vía donde cada uno tiene un lugar en el templo espiritual! ¿Pensarán, hermanos y hermanas, en estas cosas? ¿Las estudiarán? ¿Hablarán de ellas? Es tan solo en la medida en que apreciemos estas cosas que seremos fortalecidos en el servicio de Dios… y llegaremos a ser… hacedores de las palabras de Cristo…

Es una bienaventurada tarea edificarnos unos a otros en la fe, pero la obra de destrucción es una tarea plena de amargura y dolor. Cristo se identifica con sus hijos sufrientes, porque dice: “En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”. Si todos cumplieran las instrucciones dadas por Cristo, ¡qué amor y unidad existirían entre sus seguidores! Cada corazón tiene sus propias penas y desilusiones; debiéramos buscar la forma de aligerar las cargas de los demás al manifestar el amor de Jesús a los que nos rodean…

En lugar de buscar faltas en los demás, seamos críticos con nosotros mismos. Cada uno de nosotros debiera preguntarse: ¿Está mi corazón en armonía con Dios? ¿Glorificará este curso de acción a mi Padre que está en el cielo?...

Vivir para amar

Cristo es nuestro ejemplo. Anduvo haciendo el bien. Vivió para ser una bendición. La belleza del amor ennobleció todas sus acciones, y a nosotros se nos ordena seguir sus pasos. Recordemos que Dios envió a su Hijo unigénito a este mundo de dolor para “redimirnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”. Busquemos satisfacer los requerimientos de Dios y cumplir su ley. “El cumplimiento de la Ley es el amor”. El que murió para que tengamos vida nos ha dado este mandamiento, para que nos amemos unos a otros como él nos ha amado. Entonces el mundo sabrá que somos sus discípulos…


Este artículo es un extracto del que fue publicado en la Advent Review and Sabbath Herald, ahora llamada Adventist Review , el 5 de junio de 1888. Los adventistas creemos que Elena G. de White ejerció el don bíblico de profecía durante más de setenta años de ministerio público.

Fuente: Spanish Adventist World

28 dic 2008

Preparados para Servir

“Quiero ser un testigo de mi Señor”.

Por:


Dios anhela que su pueblo alcance una norma más elevada que la que ha alcanzado en el pasado. ¿Qué puedo expresar para que éste sea consciente de su responsabilidad de ser como Cristo en palabra y acciones?... Si hiciéramos nuestras las palabras de Cristo, estaríamos en contacto tan estrecho con él que sabríamos qué hacer a fin de colaborar con el avance de su obra. Cuando Cristo llegue a ser nuestro ejemplo en la edificación del carácter, haremos progresos decididos. Cuando seamos llenos del deseo de ser como el Salvador, cuando rehusemos que el yo se inmiscuya en la obra que hacemos por el Señor, cuando apartemos la vista de los consejos finitos y miremos al que es demasiado sabio para errar y demasiado bondadoso para hacernos mal, seremos fuertes con la fortaleza del Señor…

Abandonemos el yo

Necesitamos sentir nuestro deber hacia el poder supremo. Esa presencia nos acompaña siempre, ejerciendo autoridad suprema y tomando en cuenta el servicio que damos o evitamos dar… “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Esta orden ha de ser sagradamente observada si esperamos cumplir el propósito que Dios tiene para nuestra creación y redención. Hemos de elevarnos hacia el cielo, y hacer de Dios lo primero, lo último y lo mejor de todas las cosas. Él es nuestro único, supremo y eterno bien…

Dios nos señala la senda del deber, diciéndonos: “Éste es el camino, andad por él”. En esa senda se halla la negación del yo y la cruz, pero es [la] única senda de paz y seguridad. Hay muchos que, sin embargo, están dando la espalda a esta senda, y continúan caminando sin renunciar al yo; ésta es una compañía que bien harían en temer.


Jesús es lo primero

La revelación y comisión divinas dadas a Moisés hicieron de él un gran hombre. Moisés no dejó de clamar diciendo: “Muéstrame tu gloria”, y el Señor hizo que su gloria pasara delante del patriarca. Moisés habló con Dios cara a cara, como un hombre que habla con un amigo. El entender su incapacidad de hacer la tarea asignada lo acercó a Dios, para rogar por el pueblo bajo su liderazgo. Moisés era tímido por naturaleza, duro de palabra, dubitativo y desconfiado de sí mismo; pero no dudó en interceder por su pueblo ante el Señor. Los presentó ante Dios, diciendo: “Puesto que este pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse dioses de oro, te ruego que perdones ahora su pecado, y si no, bórrame del libro que has escrito”. El liderazgo de Moisés estuvo dominado por la misericordia. La misericordia también inundó las palabras y las acciones de Cristo. En su obra no hubo lugar para el egoísmo. Los que decidan avanzar a las órdenes de Cristo, recibirán de Dios bondad, paciencia, benignidad y amabilidad, y un corazón que confíe en él.

Miremos a Jesús

Los representantes de Cristo han de apoyarse constantemente en la sabiduría de él. Es esencial que hagan esto, para que puedan guiar a los encomendados a su cuidado. Es una obra sagrada y solemne la de estar a cargo y liderar al pueblo de Dios. En esta tarea, se necesita velar y orar sin cesar; los que participan en ella necesitan recibir diariamente el don de la gracia divina, para que puedan entonces compartirla con los demás…

Dios pide de sus obreros un corazón humilde, confiado y obediente, y el servicio dispuesto de todo su ser. “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, pero habito también con el quebrantado y humilde de espíritu, para reavivar el espíritu de los humildes”… El único poder que tiene valor a los ojos de Dios viene de la mansedumbre y humildad de Cristo.

Es preciso que cada día, los obreros de Dios participen de la naturaleza divina… Entonces Dios obrará por medio de ellos y con ellos, capacitándolos para esparcir bendiciones donde vayan y para trabajar por la obra junto con Cristo, fortaleciendo las manos de sus obreros y discerniendo con percepción clara lo que debe hacerse. Son colaboradores con Cristo, y representan su carácter con bondad, compasión y amor....

“Os haré pescadores de hombres”

A lo largo de nuestro camino, hemos de dejar señales del amor de Cristo. Este amor, expresado en la vida, siempre produce una respuesta. Hace que los que aprecian su bondad, traigan ante la presencia de Dios ofrendas de gratitud. Los obreros de Dios serán reconocidos cuando sus esfuerzos de hacer avanzar la causa estén en armonía con el plan del Salvador.

Los que están en conexión con Dios como sus colaboradores, pueden revelar grandeza de alma solamente cuando ocultan su vida en la vida de Cristo, y se esfuerzan por aprehender el carácter excelso de la obra de la que forman parte. Solo al mirar esta obra a la luz del sacrificio de Cristo para que los hombres fueran salvos del pecado, podremos comprender verdaderamente cuán sagrada es esta tarea.

Cristo espera que cada uno de sus seguidores haga su obra. Éste es el mandato dado en su Palabra. “Seguidme”, es el llamado que les hace. Cristo vino a este mundo para darnos ejemplo de una vida perfecta. El que sacrifica todo el yo en el servicio a Dios, encontrará su recompensa en la obra de buscar a los perdidos y en el gozo que sentirá al ver que los pecadores son traídos a Cristo. Dios quiere que en el esfuerzo de salvar almas, los hombres se olviden de sí mismos. Llama a portadores de luz, que llenarán el mundo con la luz, la paz y el gozo que proviene de Cristo. Dios utilizará personas humildes, personas que sean conscientes de su debilidad, que no piensen que el éxito de la obra depende de ellos. Utilizará a hombres que recuerden qué es lo que requiere el servicio a Dios: la semejanza a Cristo en palabra y acciones. Ellos revelarán que Cristo habita en sus corazones, y que imparte pureza a la vida entera.

Este artículo es un fragmento del que fue publicado en la Advent Review and Sabbath Herald, ahora llamada Adventist Review, el 24 de noviembre de 1910. Los adventistas creemos que Elena G. de White ejerció el don bíblico de profecía durante más de setenta años de ministerio público

Fuente: "Spanish Adventist World"

22 dic 2008

Nuestra Sagrada Misión

¿Pueden otros ver a Cristo en sus seguidores?

Ser cristiano significa ser como Cristo, seguir al Salvador. Seguirlo significa obedecerle. Ningún soldado puede seguir a su líder a menos que obedezca sus órdenes. Seguirlo significa imitarle. “Aprended de mí”, dice el gran Maestro a los que han adoptado el nombre de cristianos. Mantened vuestros ojos fijos en el Modelo. Haced todas las cosas para su gloria y con el amor que él os profesa.

El cristiano es la luz del mundo, y la única Biblia que muchos podrán leer. Por medio de los cristianos los hombres ven a Dios. Cuán cuidadosos, por lo tanto, deberían ser los que han tomado el nombre de cristianos. Pero muchos cristianos profesos crucifican una vez más al Hijo de Dios y lo avergüenzan. El que falla en corregir los errores que le muestra el espejo divino, muestra al mundo una representación miserable de Cristo. Los ángeles, apenados, cubren sus rostros. El mundo ve que no profesan lo que dicen ser, y se alejan de esa falsificación. Los cristianos están bajo el dominio de Cristo o bajo el control del enemigo. O su influencia es sabor de vida para vida, o de muerte para muerte. Deciden hacer el bien o harán daños incalculables.

Viviendo como vencedores
Los hijos de Dios han sido redimidos de la esclavitud de Satanás, y ahora deben permanecer bajo el estandarte ensangrentado del Príncipe Emanuel, para trabajar desinteresada y fielmente por aquel al que pertenecen. Siempre deben recordar las palabras: “No sois vuestros; porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. Al tomar el nombre de cristianos, prometieron ser fieles a Dios. Se hallan unidos con él y con los ángeles en una relación de familia, porque Jesús los ha librado de la opresión del tirano. En todos los ámbitos, sus acciones deben ser propias de los santos. Deben descartar toda acción impropia, y vivir una vida nueva y santa. Al hacerlo, mostrarán que son dignos de su sagrado cometido, que han nacido de nuevo, no de la carne sino del Espíritu, que ya no viven para sí sino para Dios, a quien pertenecen y sirven.

El apóstol Pablo dice: “Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha, en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”. Como soldados valientes y verdaderos, los cristianos deben obedecer las órdenes de su Capitán, porque han hecho la sagrada promesa de conducirse apropiadamente. Deben hacer sinceros esfuerzos para vencer todo lo que les impida alcanzar esa elevada y santa resolución. El cuerpo y la mente deben ser tratados con el mayor respeto, porque pertenecen a Cristo. Deben mejorarlos día a día, para que se revele ante la atenta mirada de los ángeles, que Cristo no ha muerto en vano.

Una vocación superior
Al tomar el nombre de cristianos, prometisteis prepararos en esta vida para otra vida más elevada, en el reino de Dios. Tomad la vida de Cristo como modelo. Mantened siempre presente la eternidad. Seguid principios de acción justos, que con su influencia noble y refinadora restauraréis en el hombre la imagen moral de Dios. Al adoptar por fe los principios que son una expresión de la vida de Cristo, éstos serán en el alma como una fuente de agua que brota para vida eterna. El alma rebosa de las riquezas de la gracia de Cristo y refresca a otras almas. De esta manera el agente humano muestra que es fiel a la promesa que ha hecho. De esta manera trabaja en sociedad con Cristo, y muestra al mundo qué significa ser cristiano.

El evangelio es la voz del deber y la voz de Dios. En la vida de Satanás pueden verse los resultados de la deso-bediencia a sus principios, que debido a esto fue expulsado del cielo. A Lucifer, el querubín protector, le fueron otorgados los dones más elevados que podrían habérsele dado a un ser creado. Antes de su caída era un ser glorioso, y ocupaba una posición cercana a Cristo en las cortes celestiales. Pero al buscar ser igual a Dios trajo sobre sí la ruina irremediable.

Al ver esta lección puesta delante de nosotros, escondámonos en Cristo. Él es la fuente de toda sabiduría y poder. Mirad en la cruz de Cristo la garantía de nuestra salvación. Mirad al Salvador que entregó su vida para que pudiéramos ser cristianos.

Viviendo come él vivió
Los que viven la vida cristiana deben batallar contra la mentira del diablo, que afirma que el hombre no puede guardar la ley divina. ¿Podemos dudar del resultado de este conflicto? Dios vive, Dios reina, y diariamente produce milagros. “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Ante el universo muestran que procuran vivir las palabras que dicen “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre . . . en esto pensad”.

“Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” son cualidades que constituyen el fruto del árbol cristiano. El árbol que solo tiene hojas, la vida que solamente es apariencias, debe ser marchitada por la maldición divina, así como sucedió con el árbol que ostentaba su follaje abundante ante el Salvador.

Que Dios nos ayude a ser verdaderos cristianos, consecuentes en el presente y en el futuro, personas de acciones honradas, palabras amables y pensamientos puros. El verdadero cristiano vive la vida de Cristo. En todas sus transacciones ensalza la bandera de la cruz. Si no es entendido, no se ofende, sino que continúa su camino de la misma manera. Se muestra amable, considerado y paciente. Se examina a sí mismo con cuidado, para no negar a su Señor en palabras o acciones. Escoge el camino de Dios. Cada día de su vida sirve con generosidad a los demás. La luz que lo acompaña brilla hacia los demás, y acalla las disputas. Día a día, aun de manera inconsciente para sí mismo, lleva adelante ante los hombres y los ángeles un experimento vasto y sublime, al mostrar lo que puede hacer el evangelio por los seres humanos.

Este artículo apareció por primera vez en la revista Signs of the Times del 10 de julio de 1901. Los adventistas creen que Elena White ejerció el don bíblico de profecía durante más de 70 años de ministerio público.

19 dic 2008

Caminemos en la luz

Es el único camino a la libertad y el gozo.

P
ara cuando usted lea este artículo, probablemente ya estemos en un nuevo año. Muchos acaso hayamos tomado nuevas resoluciones. Algunos ya estaremos luchando para cumplirlas, mientras que otros, en tan solo días o semanas las habrán olvidado.
Sea como fuere, como seguidores de Cristo tenemos una misión que cumplir. Hemos recibido un llamado especial. Dice Pedro: “Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Ped. 2:9). Ya no estamos en tinieblas. Estamos en la luz, la luz maravillosa que nos ayudará a cumplir la misión que se nos ha encomendado.

Estar en tinieblas


Cuando estamos en oscuridad total no podemos ver lo que nos rodea. Ignoramos lo que sucede y no sabemos qué hacer. Seguir en las tinieblas es seguir en nuestra condición pecaminosa. Solo pensamos en el yo. El propósito de la vida es gratificar nuestros deseos sin pensar en los demás. Perdemos nuestra conexión con el que afirmó: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mat. 5:14). El resultado final es que quedamos atrapados por el mundo y nuestro corazón se llena de “malicia… engaño, hipocresía, envidias y… maledicencia” (1 Ped. 2:1).
Para salir de esta situación, necesitamos conectarnos con la fuente de luz, que es Cristo nuestro Señor. Pero las palabras no son suficientes. Lo que necesitamos es experimentar a Jesús en nuestra vida. Y solo podemos lograrlo por medio del estudio de la Palabra de Dios, mientras le pedimos al Espíritu Santo que nos ilumine.

Estar en la luz


Cuando nos conectemos con Cristo, aprenderemos a vivir como él vivió cuando estaba aquí en la tierra. Vivió entre la gente, se mezcló con ellos, atendió sus necesidades, sanó a los enfermos, consoló a los desanimados y expulsó demonios. No hizo nada para vanagloriarse; todas sus acciones buscaron ayudar a otros. Cuando estemos en la luz, ese mismo espíritu de altruismo entrará en el corazón y así podremos continuar la misión que él comenzó, que es lo que espera el cielo de nosotros.
Cuando realmente lo conozcamos, nuestra visión mejorará y veremos cuál es nuestra condición real. Cristo es la luz, y al contemplarlo somos transformados a su semejanza. Jesús estuvo lleno de compasión por sus hijos descarriados. Cuando queremos ser limpios, él está listo y dispuesto a limpiarnos.
Pero es nuestra decisión pedirle que nos limpie. A menos que sintamos personalmente esa necesidad, es imposible alcanzar la pureza. Y sin ella, no podemos habitar en la luz de Cristo. Demasiado a menudo somos orgullosos, arrogantes, egoístas e incapaces de ver cuán necesitados estamos. A menos que nos rindamos al poder purificador de Cristo, seguiremos en tinieblas. Somos hechos nuevas criaturas solo cuando nos rendimos de buena gana a la fuente de poder, a nuestro compasivo Salvador. “De modo que si alguno está en Cristo –dice Pablo– nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17).
Cada uno de nosotros debería preguntarse: ¿Estoy experimentando el nuevo nacimiento en mi vida diaria?

Cómo brillar

Como seguidores de Cristo, necesitamos servir a nuestro prójimo con la misma compasión y ternura que él demostró cuando estuvo en esta tierra. Solo el servicio desinteresado le resulta aceptable. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mat. 5:16).
Esto debería llevarnos a examinar nuestros motivos para el servicio. ¿Lo hacemos para glorificar a Dios, a quien pertenecen solamente la gloria y la honra?
El amor es el medio por el cual hemos de iluminar al mundo. Sin amor todo permanece en tinieblas. Como seres humanos, estamos dispuestos a amar a los que nos aman y apoyan. Pero Cristo dice: “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian…” (Luc. 6:27). Cristo nos amó cuando aún éramos sus enemigos (Rom. 5:8). Es esa la clase de amor que alcanza a los malvados, los oprimidos, los pobres, los rebeldes, los despreciables; es un amor que calma, que ilumina, que marca una diferencia en la vida de las personas.
Como seguidores de Cristo, necesitamos mostrar ese mismo amor que atrae a las personas y las valora. Los que practiquen esta clase de amor vivirán en la luz; su obra jamás será sin recompensa. La Biblia nos insta a amar a nuestros enemigos, siendo ejemplos de nuestro Padre celestial, que “es 
benigno para con los ingratos y 
malos” (Luc. 6:35).
Por supuesto, no podemos lograrlo con nuestras propias fuerzas. Pero tenemos el privilegio de que Dios nos dé las fuerzas para avanzar victoriosamente en el servicio desinteresado por otros. Tal como Cristo oró pidiendo fuerzas para cumplir su misión, así también –y mucho más– necesitamos dedicar tiempo a orar y estudiar la Biblia, buscando el poder de lo alto. Las dificultades, las pruebas y la persecución jamás impedirán que continuemos nuestro camino victorioso, siempre que nos tomemos de la mano de Dios.
Y tenemos la seguridad de su presencia: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones… Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:19, 20).

Luchar para alcanzarlo


Al caminar en la luz estamos avanzando hacia un objetivo eterno. “Los que vacilan en cuanto a dedicarse sin reserva a Dios no siguen fielmente a Cristo. Le siguen a una distancia 
tan grande que la mitad del tiempo no saben realmente si están siguiendo en sus pisadas o en las del gran enemigo… La vida y el espíritu de Cristo son la única norma de excelencia y perfección; y la única conducta segura que podamos seguir es la que él 
ejemplificó. Si así lo hacemos él nos guiará con sus consejos, y más tarde nos recibirá en gloria. Debemos contender con diligencia, y estar dispuestos a sufrir mucho a fin de andar en las pisadas de nuestro Redentor. Dios está dispuesto a trabajar por nosotros, a darnos su libre Espíritu, si luchamos, vivimos y creemos para obtenerlo; 
entonces podremos andar en la luz, como él está en la luz” (Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, 
vol. 1, pp. 362).

Fuente: "Spanish Adventist World.

15 dic 2008

Como los Cristianos Deberiamos de Actuar en "La Navidad"

La Navidad

La fiesta de la Navidad.

"Ya llega la Navidad," es la nota que resuena por el mundo, del este al oeste y del norte al sur. Para los jóvenes, para los de edad madura y aun para los ancianos, es una ocasión de regocijo general. Pero, ¿qué es la Navidad para que requiera tanta atención?. . .

Se dice que el 25 de diciembre es el día en que nació Jesucristo, y la observancia de ese día se ha hecho costumbre popular. Sin embargo, no hay seguridad de que estemos guardando el día preciso en que nació nuestro Salvador. La historia no nos da pruebas ciertas de ello. La Biblia no señala la fecha exacta. Si el Señor hubiese considerado tal conocimiento como esencial para nuestra salvación, habría hablado de ello por sus profetas y apóstoles, a fin de dejarnos enterados de todo el asunto. Por lo tanto, el silencio de las Escrituras al respecto nos parece evidencia de que nos fue ocultado con el más sabio de los propósitos.

En su sabiduría, el Señor no reveló el lugar donde había sepultado a Moisés. Le enterró, luego le resucitó y lo llevó al cielo. Obró así en secreto para evitar la idolatría. Aquel contra quien se habían rebelado [los israelitas] mientras estaba en servicio activo, aquel a quien provocaron casi más allá de lo que podía soportar un ser humano, fue casi adorado como Dios después que la muerte lo separó de ellos. Por el mismo motivo Dios ocultó el día preciso en que nació Cristo, a fin de que ese día no recibiese el honor que debía darse a Cristo como Redentor del mundo y el único que debía ser recibido 435 y en quien se debía confiar por ser el único capaz de salvar hasta lo sumo a todos los que se allegan a él. La adoración del alma debe tributarse a Jesús como Hijo del Dios infinito.*

Es difícil pasarla por alto.

En vista de que el 25 de diciembre se observa para conmemorar el nacimiento de Cristo, y en vista de que por el precepto y por el ejemplo se ha enseñado a los niños que es en verdad un día de alegría y regocijo, os resultará difícil pasar por alto esa fecha sin dedicarle cierta atención. Es posible valerse de ella con un buen propósito.

Es necesario tratar a los jóvenes con mucho cuidado. No se les debe dejar que en ocasión de Navidad busquen diversión en la vanidad y la búsqueda de placeres, o en pasatiempos que pudieran perjudicar su espiritualidad. Los padres pueden controlar esto dirigiendo la atención y las ofrendas de sus hijos hacia Dios y su causa, y hacia la salvación de las almas.

En vez de ser ahogado y prohibido arbitrariamente, el deseo de divertirse debe ser controlado y dirigido por esfuerzos esmerados de parte de los padres. Su deseo de hacer regalos puede ser desviado por cauces puros y santos a fin de que beneficie a nuestros semejantes al suplir la tesorería con recursos para la grandiosa obra que Cristo vino a hacer en este mundo. La abnegación y el sacrificio propio caracterizaron su conducta, y deben caracterizar también la de los que profesamos amar a Jesús porque en él se concentra nuestra esperanza de vida eterna.*

El intercambio de regalos.

Se acerca la época de las fiestas con su intercambio de regalos, y tanto los jóvenes como los adultos consideran atentamente que pueden dar a sus amigos en señal de afectuoso recuerdo. Por insignificantes que sean los regalos, es agradable recibirlos de aquellos a quienes amamos. Constituyen una demostración de que no nos han olvidado, y parecen estrechar un poco más los lazos que nos unen con ellos. . . . Está bien que nos otorguemos unos a otros pruebas de cariño y aprecio con tal que no olvidemos a Dios, 436 nuestro mejor Amigo. Debemos hacer regalos que sean de verdadero beneficio para quienes los reciban. Yo recomendaría libros que ayuden a comprender la Palabra de Dios o que acrecienten nuestro amor por sus preceptos. Proveamos algo que leer para las largas veladas del invierno.*

Libros recomendados para los niños.

Son muchos los que no tienen libros ni publicaciones relativas a la verdad presente. Representan, sin embargo, un importante renglón en el cual se puede invertir dinero. Son muchos los pequeñuelos a quienes se debieran proveer buenas lecturas. Las series de lecturas y Poesías para el Sábado* son libros preciosos que pueden introducirse en todo hogar. Las muchas sumas pequeñas que suelen gastarse en caramelos y juguetes inútiles pueden guardarse para tener con que comprar tales libros. . . .

Los que quieran ofrecer regalos valiosos a sus hijos, nietos o sobrinos, pueden proporcionarles los libros mencionados arriba, que se destinan a los niños. Para los jóvenes, la Vida de José Bates es un tesoro; también lo son los tres tomos de El Espíritu de Profecía.* Estos tomos debieran estar en cada hogar del país. Dios está dando luz del cielo, y ni una sola familia debiera quedar privada de ella. Sean los regalos que ofrezcáis de tal índole que derramen rayos de luz sobre la senda que conduce al cielo.*

No debe olvidarse a Jesús.

Hermanos y hermanas, mientras estáis pensando en los regalos que queréis ofreceros unos a otros, quisiera haceros acordar de nuestro Amigo celestial, no sea que olvidéis lo que él nos pide. ¿No le agradará nuestra demostración de que no le hemos olvidado? Jesús, el Príncipe de vida, lo dio todo para poner la salvación a nuestro alcance. 437

. . .Hasta sufrió la muerte, para poder darnos la vida eterna.

Mediante Cristo es como recibimos toda bendición. . . . ¿No compartirá nuestro Benefactor celestial las pruebas de nuestra gratitud y amor? Venid, hermanos y hermanas, con vuestros hijos, aun con los niños de brazos, y traed vuestras ofrendas a Dios de acuerdo con lo que podáis dar. Hónrenle vuestros corazones con melodías y alabadle con vuestros labios.*

Es tiempo para honrar a Dios.

El mundo dedica las fiestas a la frivolidad, el despilfarro, la glotonería y la ostentación. . . . En ocasión de las próximas fiestas de Navidad y Año Nuevo se desperdiciarán miles de dólares en placeres inútiles; pero es privilegio nuestro apartarnos de las costumbres y prácticas de esta época de degeneración; y en vez de gastar recursos simplemente para satisfacer el apetito y comprar inútiles adornos o prendas de vestir, podemos hacer de las próximas fiestas una ocasión de honrar y glorificar a Dios.*

Cristo debe ser el objeto supremo; pero en la forma en que se ha estado observando la Navidad, la gloria se desvía de él hacia el hombre mortal, cuyo carácter pecaminoso y defectuoso hizo necesario que el Salvador viniese a nuestro mundo. Jesús, la Majestad del cielo, el Rey del cielo, depuso su realeza, dejó su Trono de gloria, su alta investidura, y vino a nuestro mundo para traer auxilio divino al hombre caído, debilitado en su fuerza moral y corrompido por el pecado. . . .

Los padres debieran recordar estas cosas a sus hijos e instruirlos, renglón tras renglón, precepto tras precepto, en su obligación para con Dios, no en la que creen tener uno hacia otro, de honrarse y glorificarse mutuamente con regalos.*

Encaucemos sus pensamientos.

Son muchas las cosas que pueden idearse con buen gusto y a un costo mucho menor que el de los regalos innecesarios que con tanta frecuencia se ofrecen a los niños y a los parientes. Así se manifestará cortesía en el hogar y habrá felicidad en él. 438

Podéis enseñar una lección a vuestros hijos al explicarles vuestros motivos por hacer cambios con respecto al valor de sus regalos y decirles que os convencisteis de que solíais considerar su placer antes que la gloria de Dios. Decidles que pensabais más en vuestro propio placer y en la satisfacción de ellos que en el progreso de la causa de Dios, a la cual descuidabais para manteneros en armonía con las costumbres y las tradiciones del mundo, haciendo regalos a quienes no los necesitaban. Como los antiguos magos, podéis ofrecer a Dios vuestros mejores regalos y demostrarle por vuestras ofrendas que apreciáis el don que hizo a un mundo pecaminoso. Encauzad los pensamientos de vuestros hijos en una nueva dirección, que los haga altruistas al incitarlos a presentar ofrendas a Dios por el don de su Hijo unigénito.*

"¿Tendremos árbol de Navidad?"

Agradaría mucho a Dios que cada iglesia tuviese un árbol de Navidad del cual colgasen ofrendas, grandes y pequeñas, para esas casas de culto.* Nos han llegado cartas en las cuales se preguntaba: ¿Tendremos un árbol de Navidad? ¿No seremos en tal caso como el mundo? Contestamos: Podéis obrar como lo hace el mundo, si estáis dispuestos a ello, o actuar en forma tan diferente como sea posible de la seguida por el mundo. El elegir un árbol fragante y colocarlo en nuestras iglesias no entraña pecado, sino que éste estriba en el motivo que hace obrar y en el uso que se dé a los regalos puestos en el árbol.

El árbol puede ser tan alto y sus ramas tan extensas como convenga a la ocasión, con tal que sus ramas estén cargadas con los frutos de oro y plata de vuestra beneficencia y los ofrezcáis a Dios como regalo de Navidad. Sean vuestros donativos santificados por la oración.*

Las fiestas de Navidad y Año Nuevo pueden y deben celebrarse 439 en favor de los desamparados. Dios es glorificado cuando damos para ayudar a los que han de sustentar familias numerosas.*

No es un pecado

No adopten los padres la conclusión de que un árbol de Navidad puesto en la iglesia para distraer a los alumnos de la escuela sabática es un pecado, porque es posible hacer de él una gran bendición. Dirigid la atención de esos alumnos hacia fines benévolos. En ningún caso debe ser la simple distracción el objeto de esas reuniones. Aunque algunos truequen estas ocasiones en momentos de negligente liviandad y no reciban la impresión divina, para otras mentes y caracteres dichas ocasiones resultan altamente benéficas. Estoy bien convencida de que pueden idearse substitutos inocentes para muchas reuniones desmoralizadoras.*

Diversiones inocentes.

¿No os levantaréis, mis hermanas y hermanos cristianos, y no habréis de ceñiros para cumplir vuestro deber en el temor de Dios, y no ordenaréis este asunto de modo que, en vez de carecer de interés, rebose de placer inocente y lleve la señal del cielo? Sé que la clase más pobre responderá a esta sugestión. Los más ricos también debieran manifestar interés y dar regalos y ofrendas proporcionales a los recursos que Dios les confió. ¡Ojalá que en los libros del cielo se hagan acerca de la Navidad anotaciones cual nunca se las vio, por causa de los donativos que se ofrezcan para sostener la obra de Dios y el fortalecimiento de su reino!.*


Fuente: Esta nota esta tomada directamente de del Libro El Hogar Cristiano de Elena G. de White, puede descarcar el libro completa haciendo clic Aqui

12 dic 2008

Cuatro Lecciones del Alfarero

Una metáfora antigua 
aún plena de significado

A lo largo de las Escrituras, los profetas y predicadores presentan metáforas de Dios. David, Ezequiel, Juan y Pablo afirman en sus escritos que el Señor es un pastor de ovejas, y Jesús menciona que Dios siembra semillas y cuida de las viñas. Israel era una nación de pastores de ovejas y granjeros, por lo que podía entender estas imágenes que muestran a un Dios que trabaja en, por y por medio de su pueblo.
La Biblia también describe al Señor como alfarero, una metáfora que raramente estudiamos. Dice Isaías: “Ahora bien, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú el alfarero. Así que obra de tus manos somos todos nosotros” (Isa. 64:8). En Jeremías Dios les dice a sus hijos errantes: “Como el barro en manos del alfarero, así sois vosotros en mis manos, casa de Israel” (Jer. 18:6). Esta imagen, que habló con tanta claridad en la antigüedad, también puede hablarnos hoy día, no importa dónde vivamos.
La mayoría de las metáforas bíblicas del alfarero pueden pertenecer a dos categorías: (a) el juicio de los malvados y (b) la restauración de los justos. Cuando Dios ejecuta su juicio, destruye una vasija de barro cocido, a veces contra el suelo: “Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás” (Sal. 2:9). Sin embargo, cuando Dios manifiesta su restauración, la expresa mediante la creación de una vasija de barro. En Jeremías 18, Dios el Alfarero se muestra constructivo y con un propósito. Se halla en el torno, fabricando una vasija.
Dios dijo a Jeremías: “Desciende a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras” (Jer. 18:2). Al visitar esa casa junto a Jeremías, nosotros también podríamos aprender lecciones que Dios anhela enseñarnos.

Lección 1: La necesidad del Espíritu Santo

Un diccionario bíblico explica que la arcilla se vuelve “cada vez más pastosa y fácil de trabajar al agregarle agua, y más rígida al secarse”. Su naturaleza cambia cuando es combinada con agua.1 Las partículas de arcilla no se unen sin agua, y si no se unen, el alfarero no puede darles forma. El agua –ese agente suavizante y unificador– representa al Espíritu Santo.
Cuando Jesús dice en Juan 7:37-39: “Si alguien tiene sed, venga a mí y beba”, Juan nos dice que “esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él”. Ese Espíritu, nos recuerda Pablo, produce la unidad del pueblo de Dios, por lo que debemos procurar “mantener la unidad del Espíritu que es el vínculo de la paz” (Efe. 4:3). Cuando el Espíritu alcanza a los creyentes, “Él los hace trascender los prejuicios humanos de la cultura, raza, sexo, color, nacionalidad y estado”.2 El Espíritu unifica.
Nuestra primera lección de la casa del alfarero es que necesitamos el agua del Espíritu para volvernos maleables y así ser utilizados por Dios.

Lección 2: Aún no somos vasijas.

La Biblia nos llama “arcilla”. Y aunque existe una similitud química entre la arcilla y la vasija, la Biblia realiza una clara distinción (teológica) entre ambas. La vasija es arcilla consolidada, pero la arcilla misma es una vasija en proceso.
La vasija en sí no es resistente ni reciclable. Si no se tiene cuidado se quiebra fácilmente; los fragmentos inútiles no se desintegran. Los alfareros de la antigüedad los juntaban y arrojaban los deshechos en lugares destinados a tal fin, como el lugar donde se sentó Job mientras se rascaba la carne llagada (Job 2:8). Uno de esos sitios era el Valle de Hinón, cerca de Jerusalén, donde la ciudad arrojaba sus deshechos, incluyendo las vasijas rotas. Allí lleva Dios a Jeremías.
Como lección para Judá (y para nosotros), Dios no solo ordena arrojar, sino también destruir la vasija de arcilla. Cuando Jeremías obedece y la rompe, Dios explica: “De esta forma quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra una vasija de barro, que no se puede restaurar más” (Jer. 19:11). Dios decreta que la vasija no será restaurada. Ya no puede ser reparada con ningún adhesivo, pegamento o por medio de algún agente humano. La arcilla es destruida. Su “período de prueba” ha terminado.
Al igual que la vasija de Jeremías, cada uno de nosotros enfrentará uno de dos futuros. O somos quebrantados en el Valle de Hinón, o seremos vasijas perfectas, reunidas para ser utilizadas en la Casa de Dios: destrucción eterna o servicio eterno (Mal. 4:1; Juan 14:2, 3). Dios, el Alfarero, pronto completará su obra de construcción en nosotros y el período de prueba habrá llegado a su fin.
Nuestra segunda lección, entonces, es que aún no somos vasijas, sino arcilla en las manos de Dios. Mientras dure el 
período de prueba, Dios aún trabaja con nosotros y en nosotros, moldeándonos y dándonos forma según bien le parece 
(Jer. 18:4).

Lección 3: Tenemos que pasar por el fuego.


A fin de crear el recipiente, el alfarero de la antigüedad tomaba la arcilla de la tierra y la pisoteaba (Isa. 41:25). A continuación suavizaba la arcilla con agua y formaba una pasta. Luego la colocaba en el centro del torno de alfarería, que consistía en un disco plano montado en forma horizontal sobre una barra vertical (Jer. 18:3). Al sostener la arcilla en movimiento giratorio y darle forma con sus dedos y manos, el alfarero creaba la vasija.
Una vez formada, podía secarse al sol, pero de esa forma podía combarse y abrirse al incorporarle líquidos. Es por eso que todos los alfareros de la antigüedad cocinaban las vasijas en un horno especial que fácilmente podía alcanzar 1.500 ºC. Después de ser pisoteada, amasada, golpeada, pinchada y 
girada a velocidades vertiginosas, la arcilla era colocada finalmente en un horno abrasador.
No es una experiencia de calma y deleite. Pero eso es lo que nos espera como arcilla. Las fieras pruebas de la vida –las deudas, el divorcio, la decadencia, los trastornos, el dolor y la muerte– nos alcanzan a todos. Sin embargo tenemos el consuelo que detrás de todo hay un propósito eterno. Dijo Elena de White: “El hecho de que somos llamados a soportar pruebas demuestra que el Señor Jesús ve en nosotros algo precioso que quiere desarrollar... No echa piedras inútiles en su hornillo. Lo que él refina es mineral precioso”. 3 Por medio del “fuego de la prueba” compartimos los padecimientos de Cristo “para que también en la revelación de su gloria” nos gocemos “con gran alegría” (1 Ped. 4:12, 13).

Lección 4: Cuanto más calor, mejor la vasija.

El barro cocido, por más que luzca bonitos colores y apariencia vidriada, se quiebra con facilidad si es cocido a bajas temperaturas; esas vasijas no poseen la fortaleza interior necesaria para soportar la presión y el servicio vigoroso. Las vasijas de cerámica esmaltada, que son más fuertes y resistentes, se cuecen al doble de temperatura y la porcelana, que soporta entre 1.300 y 1.500 ºC, es la mejor y más costosa clase de alfarería.
Aun así, el alfarero no somete sus vasijas a cantidades desmesuradas de resistencia. De hecho, cada clase de vasija requiere una dosis diferente de calor, y en la casa del Alfarero ninguna vasija recibe más calor que el necesario. Sin embargo, se necesita el fuego de la prueba para producir buenas vasijas, y el producto del mayor “dolor” es la porcelana, una de cuyas características es que “canta” al ser golpeada. Al igual que Hus y Jerónimo, que cantaron en la hoguera o que Pablo y Silas, que cantaron en la cárcel de Filipos, los cristianos son la porcelana humana. Por medio del Espíritu, día a día los creyentes desarrollan esa capacidad de resonancia, ese rechazo total a la venganza, esa capacidad de amar bajo presión.
La porcelana posee una segunda característica: cuando está cerca de la luz, se vuelve traslúcida. De la misma manera, al haber pasado por el fuego, nos volvemos traslúcidos a la luz de Cristo para alumbrar al mundo en tinieblas (Mat. 5:16).
En su torno de alfarería y por medio de su Espíritu, el Alfarero puede darnos forma. No nos ve como arcilla estropeada, sino como fina porcelana. Promete restaurarnos. Sabemos que él es fiel, y que lo hará ” (1 Tes. 5:24).

Dios el Alfarero nos espera en su casa. ¿Qué estamos 
esperando?

1 Comentario Bíblico Adventista, ver “arcilla”.
2 F.D. Nichol, ed. SDA Bible Commentary, vol. 6, p. 1021.
3 Ministerio de Curación, p. 373, 374.

Fuente: "Spanish Adventist World"

8 dic 2008

Un Hombre Rico y su Hijo

Un hombre rico y su hijo tenían gran pasión por el arte. Tenían de todo en su colección; desde Picasso hasta Rafael.
Muy a menudo, se sentaban juntos a admirar las grandes obras de arte, desgraciadamente, el hijo fue a la guerra. Fue muy valiente y murió en la batalla mientras rescataba a otro soldado.
El padre recibió la noticia y sufrió profundamente la muerte de su único hijo. Un mes mas tarde, justo antes de la Navidad, alguien toco a la puerta. Un joven con un gran paquete en sus manos dijo al padre:"Señor, usted no me conoce, pero yo soy el soldado por quien su hijo dio la vida. El salvo muchas vidas ese día, y me estaba llevando a un lugar seguro cuando una bala le atravesó el pecho, muriendo así instantáneamente.

El hablaba muy a menudo de usted y de su amor por el arte."El muchacho extendió los brazos para entregar el paquete: "Yo se que esto no es mucho. Yo no soy un gran artista, pero creo que a su hijo le hubiera gustado que usted recibiera esto." El padre abrió el paquete. Era un retrato de su hijo, pintado por el joven soldado. El contemplo con profunda admiración la manera en que el soldado había capturado la personalidad de su hijo en la pintura. El padre estaba tan atraído por la expresión de los ojos de su hijo que los suyos propios se arrasaron de lágrimas. Le agradeció al joven soldado y ofreció pagarle por el cuadro. "Oh no, Señor, yo nunca podría pagarle lo que su hijo hizo por mi. Es un regalo." El padre colgó el retrato arriba de la repisa de su chimenea. Cada vez que los visitantes e invitados llegaban a su casa, les mostraba el retrato de su hijo antes de mostrar su famosa galería. El hombre murió unos meses mas tarde y se anuncio una subasta con todas las pinturas que poseía. Mucha gente importante e influyente acudió con grandes expectativas de hacerse con un famoso cuadro de la colección. Sobre la plataforma estaba el retrato del hijo. El subastador golpeo su mazo para dar inicio a la subasta. "Empezaremos los remates con este retrato del hijo, quien ofrece por este retrato?" Hubo un gran silencio. Entonces una voz del fondo de la habitación grito:

"Queremos ver las pinturas famosas" "Olvídese de esa". Sin embargo el subastador persistió: "Alguien ofrece algo por esta pintura? $100.00? $200.00?" Otra voz grito con enojo: "No venimos por esa pintura, Venimos por los Van Goghs, los Rembrandts.Vamos a las ofertas de verdad"
Pero aun así el subastador continuaba su labor: "El Hijo, El Hijo, Quien se lleva El hijo?" Finalmente una voz se oyó desde muy atrás de la habitación: "Yo doy diez dólares por la pintura", Era el viejo jardinero del padre y del hijo. Siendo un hombre muy pobre, era lo único que podía ofrecer. "Tenemos $10? Quien da $20?", grito el subastador. La multitud se estaba enojando mucho. No querían la pintura de El Hijo. Querían las que representaban una valiosa inversión para sus propias colecciones. El subastador golpeo por fin el mazo: "Va una, van dos, VENDIDA por $10" "Empecemos con la colección!", grito uno. El subastador soltó su mazo y dijo: "Lo siento mucho, damas y caballeros, pero la subasta llego a su final"

"Pero, y las pinturas?", dijeron los interesados;

"Lo siento", contesto el subastador; "cuando me llamaron para conducir esta subasta, se me dijo de un secreto estipulado en el testamento del dueño. Yo no tenia permitido revelar esta estipulación hasta este preciso momento. Solamente la pintura de EL HIJO seria subastada. Aquel que la aceptara heredaría absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo las famosas pinturas. El hombre que aceptó quedarse con EL HIJO se queda con TODO"

REFLEXIÓN:
Dios nos ha entregado a su Hijo, quien murió en una
cruz hace 2,000 años.

Así como el subastador, su mensaje hoy es: "EL HIJO,
EL HIJO, QUIEN SE LLEVA EL HIJO?" Quien ama al Hijo lo
tiene todo. Mateo 6:33 "Buscad primero su Reino y su
justicia, y todas esas cosas, se os darán por
añadidura."

Autor desconocido

Cultivando una Actitud Triunfadora

En el siglo XV un lema del imperio español era Non plus ultra – No mas allá -. Con su vasto imperio, los reyes y las reinas españoles daban por sentado que no había nada más por conquistar. Creían que sus exploradores habían ido hasta lo último, descubriendo todo lo que habían de descubrirse.

Entonces apareció Colon. En 1492 descubrió un nuevo mundo, y el viejo lema resulto anticuado. El gran explorador había descubierto lo que estaba más allá.Las vidas de algunas personas se quedan atascadas en una rutina. Viven como si no hubiera nada más allá. Se estancan. Han dejado de crecer. Ya no se expanden. Viven dentro de un círculo estrecho de sus pensamientos. Sus mentes están cerradas a todo aquello que no sea sus propias opiniones.

Joaquín Miller ha escrito un magnifico poema breve sobre Colon. Describe la actitud del explorador en estas líneas:

Tras él yacen los Azores grises

Detrás las puertas de Hércules;

Ante él no esta la imagen de las costas,

Ante él solo las mares sin orillas.

El buen asistente dijo: “Ahora debemos orar,

porque, mirad, las mismas estrellas

han desaparecido,

bravo almirante, ¿Qué diré?”

! Pues di, navega más allá, navega

mas allá, mas allá!”

¡Navega más allá, más allá, más allá! Que actitud para la vida: ¡una actitud triunfadora! No importa cuanto sepas cualquier tema, hay más para aprender.Por mas eficiente que seas en cualquier cosa. Puedes llegar a ser más eficiente aun.No importa qué hayas descubierto, hay más para descubrir. No importa qué hayas aprendido, hay más para aprender.El personaje bíblico que tal vez encarna mejor que ningún otro este espíritu de una actitud triunfadora, a pesar de los obstáculos enormes que enfrento es Caleb. He aquí el marco de lo que lo rodea.El pueblo de Israel esta en el limite de la tierra prometida, acampando en Cades-barnea.Moisés elige doce hombres, todos lideres, para escurrirse silenciosamente en Canaan y bajo el manto del sigilo espiar la tierra.“Subid de aquí al Neguev, y subid al monte, y observad la tierra como es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si pocos o numerosos; como es la tierra habitada, si en buena o mala; y como son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas; y como es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país” (Números 13: 17-20).

El análisis investigador de los espías debía ser completo. Los ejércitos atacantes de Israel debían estar plenamente informados. Un informe positivo los estimularía a lanzarse a una valerosa conquista. Hicieron bien su tarea. Los espías llevaron a cabo cuidadosamente lo que se les había asignado. Exploraron la tierra durante cuarenta días y luego regresaron a casa.Dieron un informe radiante. Emocionados, hablaron de una tierra que era rica y fértil, con abundancia de frutos. Exhibieron un racimo de uvas tan pesado que se necesitaron dos hombres para llevarlo colgado de un palo entre ambos.Los israelitas estaban extáticos. Canaán era más fantástica que lo que se imaginaban. Excedía sus sueños más audaces. Los espías continuaron su informe.”Pero. . . hay problemas. . . “

  • La gente que vive en Canaán son gigantes, guerreros poderosos.

  • Sos ciudades son grandes y protegidas con los muros.

  • Todos descienden de Anac, el gigante.

  • Los amalecitas viven en el sur.

  • Los heteos, jebuseos y amorreos viven en loas montañas en el norte

  • Los cananeos están esparcidos a lo largo del río Jordán.

“Nunca los derrotaremos. El lugar esta lleno de gigantes. Al lado de ellos nos sentíamos como langostas. No vale la pena intentarlo. Hay solo una solución. Regresemos a Egipto. Lo mejor que podemos hacer es regresar. Elijamos otro dirigente que nos lleve de vuelta”

Entran Caleb y Josué en la escena.

Habla Caleb: “! No tenemos temor de levantarnos y tomar la tierra! Miremos lo que Dios puede hacer. ¡Miremos lo que él ya ha hecho! Con su ayuda podemos hacerlo” (Números 13: 30; 14: 8-9) ¡Que contraste! Dos actitudes muy diferentes:

  • Uno dice: “!No puede hacerse!” El otro dice: “! Hagámoslo!”

  • Uno dice: “Seremos derrotados”. El otro dice: “Venceremos”

  • Uno dice: “No podemos” El otro dice: “Lo haremos”.

Una cosa es cierta: si usted se decide a si mismo por largo que no puede, ¡no podrá! Si usted se dice a si mismo por bastante tiempo que es un fracasado, ¡usted fracasara! Si lo repite con insistente frecuencia, no importa cuan falso sea, eso se convertirá en realidad. ¿Cual fue la idea primaria entre Caleb y Josué y los diez espías? He aquí en pocas palabras: los diez estaban paralizados por el temor. Josué y Caleb estaban motivados por la fe. En Números 14: 24, Dios mismo describe a Caleb en estas palabras: “Mi siervo Caleb ha tenido un espíritu diferente y me ha obedecido fielmente” (Versión popular). ¿Cuál es el espíritu diferente que capacito a Caleb para obedecer fielmente al Señor? Es el espíritu positivo de la fe, no la emoción negativa del temor. “fue la fe de Caleb lo que dio valor, lo que impidió que temiese al hombre, y lo capacito para mantenerse audaz y resulto en defensa de lo correcto. Dependiendo del mismo poder, el poderoso General de los ejércitos del cielo, cada verdadero soldado de la cruz puede recibir fuerza y valor para vencer los obstáculos que parecen infranqueables”. (1)

la fe nos conecta con el poder divino del creador del universo. Mediante la fe, recibimos fuerza y valor para vencer obstáculos insuperables. La fe es crecer en dios, confiar en él. Es una confianza arraigada en él. Se mueve bajo sus órdenes. Obedece a su palabra. Camina en su fuerza y vive en su poder. He aquí la orden que Dios le dio a Josué, el compañero de Caleb: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9). Alguien a dicho: “El valor en las personas es como una bolsita de té. Nunca sabes su fortaleza hasta que están en agua caliente” Esta fe vivificante no se da por vencida cuando la situación se torna difícil. La fe no es un esfuerzo para hacer el bien motivado emocionalmente. No es un tipo de autopsicoterapia. No es:

  • Fe en ti mismo.

  • Fe en tus aptitudes.

  • Fe en tus habilidades.

  • Fe en tus talentos.

Es fe en Dios.

  • El Dios del universo: el Dios del sol, la luna y las estrellas.

  • El Dios que les dice a las mareas: “Deténganse aquí, no sigan mas”, y se detienen.

  • El Dios que le dice al sol: “Levántate” y se levanta.

  • El dios que le dice a la lluvia: “Cae”, y cae.

  • El dios que le dice a las flores: “Florezcan”, y florecen.

  • El Dios que le dice al viento: “Sopla”, y sopla, y “Detente”, y se detiene

La razón por la cual la fe produce ese valor es porque esta enraizada en el poder infinito de Dios.Es un despliegue fenomenal de valor, Caleb dijo lo siguiente cuando tenía 85 años: “Ahora dame este monte. Trae a los gigantes. Muéstrame las ciudades amuralladas. El Señor y yo las conquistaremos” (Josué 14:12) “Los incrédulos habían visto sus temores cumplidos. No obstante la promesa de Dios, habían dicho que era imposible heredar la tierra de Canaán, y no la poseyeron. Pero los que confiaron en Dios y no consideraron tanto las dificultades que se habían de encontrar como la fuerza de su Ayudador todopoderoso, entraron en la buena tierra”. (2) a los 85 años de edad, Caleb exclamo: “! Dame esta montaña!”, y dios se la dio. Lleno de energía, con la vitalidad de un hombre cuarenta años mas joven, Caleb, con 85 años, condujo a los ejércitos de Israel a la batalla. El ejército de un anciano ataco y venció a los gigantes. Conquistaron una montaña aparentemente inconquistable. Mi amigo que lees estas páginas, quiero desafiarte –no importa qué puedas estar enfrentando en la vida en este momento- , a que salgas y por la fe tomes tu montaña. Quizás tengas ante ti montañas de problemas no resueltos, dificultades para desenredar, retos que parecen desafiar soluciones. Tal vez estés enfrentando….

  • Montañas de desesperación.

  • Montañas de derrotas.

  • Montañas de aflicción.

  • Montañas de tristeza

  • Montañas de sueños rotos y esperanzas deshechas.

  • Montañas de hábitos aparentemente inconquistable y de problemas insolubles

El mundo esta buscando personas positivas, de iniciativa, que se lanzan hacia las necesidades del mundo y dicen con valor: “! Dame esta montaña!”El mundo esta buscando personas que no se acobarden ante los obstáculos. El mundo esta buscando personas que no ceden frente a cada pequeña dificultad. Con fe en el poder todopoderoso del Dios viviente y con un corazón lleno de valor, toma tu montaña ¡y navega más allá….más allá….más allá!!


  1. Review and Herald, 30 de mayo, 1912. (2) Elena G. de White, Patriarcas y Profetas, pp. 548, 549

Mark A. Finley es director y orador del ministerio televisivo “Esta escrito” este fragmento fue tomado con permiso de su libro “Satisfecho”

Angustia

Por: Héctor A. Delgado

La presente reflexión ha sido concebida con el propósito de hacer un aporte positivo a la vida de las personas que, presa de la creciente ola de inseguridad mundial, necesitan dirigir sus ojos a un fundamento firme. Los seres humanos no estamos desamparados ni sufrimos solos, pues Dios pues es sensibles a nuestras angustias y problemas (Isaías 63:9). Creemos que Dios está haciendo todo lo posible para devolver la paz a este mundo, y la mejor de todas las noticias es que muy pronto veremos ante nuestros ojos en cumplimiento de sus promesas “cielos nuevos y tierra nueva, donde morará la justicia” (2 Pedro 3:13).

Los atentados terroristas del pasado 11 de septiembre han dejado al mundo consternado. “Todavía no lo puedo creer” fueron las palabras de un Jefe de Nación al contemplar personalmente la escena días después. Lo cierto es que este terrible acontecimiento motivó a reflexionar seria y detenidamente sobre el grado de inseguridad en el que estamos viviendo y la amenaza siempre presente de cualquier otra catástrofe como producto del extremismo religioso o el prejuicio racial.

La tensión va en aumento cada día y todo el sistema humano parece resquebrajarse. Resultan insuficientes los llamados de los líderes políticos y religiosos más destacados para que exista la paz. No basta la voluntad de algunos ni la influencia y el poder de otros. Todo está mal. Estamos plagados de inseguridad y temor. En lo más profundo de nuestro ser lo sabemos.

Pero no necesitamos desesperar, pues la Palabra de Dios también nos da consuelo y esperanza: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Lucas 21:28).

La Sagrada Escritura nos provee una plataforma segura para basar nuestra fe así como una Guía infalible para guardarnos del error y la confusión. En ella Dios nos ha revelado que el tiempo que vivimos está caracterizado por toda clase de conflictos políticos, sociales y religiosos. Veamos:

1- Habrá “guerras y rumores de guerras”, “nación contra nación y reino contra reino” (Mateo 24:6,7).

2- “Habrá pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares... Unos a otros se aborrecerán” (vers 7,10).

3- “Muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos... Por multiplicarse la maldad el amor de muchos se enfriará” (vers. 10,12,24).

4- Habrá “en la Tierra angustia de las gentes, confundidas... Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán a la redondez de la Tierra” (Lucas 21:25,26).

Todo esto que mencionamos aquí no es para alarmar a nadie, pero sí para advertir que la Palabra de Dios no guarda silencio sobre las cosas que están sucediendo ante nuestros ojos. Ella habla con claridad y sobrepuja a cualquier limitada predicción de los llamados “videntes” modernos. Ella nos orienta, instruye y enseña (2 Timoteo 3:16-17).

Ante el cumplimiento asombroso de todas estas señales, el mensaje de Dios para nosotros hoy es el mismo que el que le enviará a la nación de Israel por medio del profeta Amós: “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” (Amós 4:12). Dios no quiere perdernos, por esto nos invita a reconciliarnos con él hoy y a prepararnos para el pronto regreso de Cristo a esta tierra en gloria y majestad (2 Corintios 5:20). La invitación está hecha. ¿Cuál es tu respuesta?

Fuente: "Mensajes de Esperanza"