8 jun 2010

¿Podemos contar siempre con la proteccıon divina?


En ocasiones solemos recordar maravillosas promesas bíblicas como el Salmo 91:11, 12: «Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán para que tu pie no tropiece en piedra». No obstante, ¿se ha preguntado alguna vez: DÓNDE ESTUVIERON LOS ÁNGELES?

Cinco tragedias personales

Mi querida esposa Betty y yo hemos estado en cinco grandes accidentes de automóvil, y todos nos causaron heridas severas:

1. El primero sucedió cuando, arrodillado en la oscuridad, trataba de instalar cadenas a las ruedas de nuestro vehículo, mientras Betty sostenía la luz. De repente, un automóvil patinó, me golpeó y me hizo volar por encima de mi automóvil hasta un montículo. El otro automóvil desapareció, y yo quedé muy golpeado. Mientras estaba en el hospital, no pude sino preguntarme: ¿Por qué no me protegieron los ángeles en esa situación?

2. En la autopista de Alaska, que entonces era un camino de grava escasamente transitado, nuestro automóvil dio varias vueltas y terminó contra unas rocas. Sufrimos heridas y el vehículo quedó destruido, pero lo que más nos preocupaban eran los niños. Ronald, de tres años, no se quejaba, pero Harvey, de solo uno, estaba herido y no dejaba de gritar. La ayuda médica estaba a más de trescientos kilómetros, y nadie pudo sacarnos de allí durante dos días.

Solemos oír grandes historias
en las que Dios sin duda brinda
su protección. Pero en nuestra
vida, esa protección a
menudo pareció
estar ausente.

¡Esa sí que fue una situación estresante! Pero, ¿y nuestros ángeles?

3. Avanzábamos por una calle principal cuando de pronto apareció un automóvil que golpeó la puerta de Betty. Nuestro auto quedó destrozado. El otro conductor dijo que el sol lo 
había cegado. ¡Imagínense las heridas que sufrió mi esposa! Pero, ¿por qué no nos protegieron los ángeles?

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Regresábamos a casa por un paso montañoso cuando comenzó a caer la primera nevada del año. Al llegar a una zona estrecha, entre una colina y un precipicio, un auto que pasaba patinó y nos chocó de frente. Betty sufrió serias heridas; yo logré salir rengueando para ver a las personas del otro vehículo. Las dos ancianas que estaban allí dijeron que éramos una respuesta a sus oraciones, porque las habíamos salvado de que cayeran al vacío.
Pero, ¿por qué los ángeles no nos protegieron también a nosotros?

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En este incidente final, una gran camioneta nos chocó del lado del conductor, y tanto Betty como yo sufrimos graves heridas que me impidieron trabajar. Para colmo, la cobertura del seguro del otro conductor era mínima, por lo que tuvimos que usar la mayoría de nuestros ahorros para cubrir los gastos.
¿Por qué nos sucedió todo esto? ¿DÓNDE ESTABAN LOS ÁNGELES?

Entendamos las promesas

Solemos oír grandes historias en las que Dios sin duda brinda su protección. Pero en nuestra vida, esa protección a menudo parece estar ausente. ¿Ayudan los ángeles a algunos hijos de Dios más que a otros? ¿Nos protegen solo en algunas ocasiones y lugares?

¿Qué decir de David, el probable autor del salmo citado? David pasó muchos años escapando porque lo querían matar, ¿no es así? ¿Y qué decir de Cristo, que después del bautismo fue llevado al desierto, donde estuvo sin alimentos o agua durante cuarenta días? Resulta irónico que el mismo diablo le citó el Salmo 91: «Si eres hijo de Dios –le dijo–, tírate abajo, pues escrito está: “A sus ángeles mandará acerca de ti”; y: “En sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra”» (Mat. 4:6).

Pero notemos lo que el diablo no dijo: «Cuando Satanás citó la promesa: “A sus ángeles mandará acerca de ti”, omitió las palabras: “que te guarden en todos tus caminos”; es decir, en todos los caminos que Dios haya elegido» (Elena White, El Deseado de todas las gentes, p. 101). «Reconócelo en todos tus caminos –dice la Biblia– y él hará derechas tus veredas» (Prov. 3:6).

La autorización divina

Los caminos que Dios elige no constituyen una garantía de una vida fácil, pero sí nos garantiza su cuidado protector.

Consideremos estas alentadoras palabras: «Cristo vivía rodeado de la presencia del Padre, y nada le aconteció que no fuese permitido por el Amor infinito para bien del mundo. Esto era su fuente de consuelo, y lo es también para nosotros. El que está lleno del Espíritu de Cristo mora en Cristo […].Nada puede tocarlo sin el permiso de nuestro Señor; y “todas las cosas” cuya ocurrencia es permitida, “los ayudan a bien” “a los que aman a Dios” (Romanos 8:28)» (El discurso maestro de Jesucristo, p. 63).

Esta autorización divina se hace evidente en la experiencia de Job. Cuando Satanás quiso tentarlo con pruebas, Dios le puso límites. Y así como sucedió con Cristo cuando rogó ser librado en el Getsemaní, Dios nos trata en términos de tiempo y eternidad. Satanás procura siempre nuestra destrucción, y Cristo nos advirtió que las dificultades vendrán. Pero Dios usará cada prueba para desarrollar nuestro carácter.

Pablo lo explica en Romanos 5:1-5. No solo deberíamos apreciar la paz y la seguridad que resulta de una relación de fe con Cristo, sino que también deberíamos gloriarnos en las tribulaciones, «sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no nos defrauda, porque el amor de Cristo ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado».

Elena White lo expresa así: «El hecho de que somos llamados a soportar pruebas demuestra que el Señor Jesús ve en nosotros algo precioso que quiere desarrollar» (El ministerio de curación, p. 373).
Sí, el ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y nos defiende de todo daño duradero, según el plan de nuestro amante Dios (véase Sal. 34:7; Jer. 29:11). El eterno Dios es por cierto nuestro refugio «y sus brazos eternos son tu apoyo» (Deut. 33:27).

Por ello, cobremos ánimo. Sus promesas de protección y cuidado son ciertas. «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis» (Jer. 29:11). «No temas porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia» (Isa. 41:10).


1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos a ustedes.Solo queria decirles que Dios no se a olvidado de ustedes y que los angeles estan alli. Si notas pues en los accidentes si salian lastimados pero si te fijas no al grado que haigas perdido a alguien. Medita en tu vida a veces Dios quiere que lo busquemos. Da gracias a Dios que estas bien y con tu familia. Acercate mas a Dios y no le heches la culpa a Dios. Maneja con cuidado. Bendiciones!!!Acuerdate que Dios nos ama a todos por igual.