Siendo que tanto la razón1 como la revelación provienen de Dios, deberían estar en armonía completa; sin embargo parecen estar en conflicto cuando procuramos comprender el mundo que nos rodea. Este artículo discute algunos factores que contribuyen al conflicto entre ciencia y fe y sugiere formas en que los cristianos pueden manejar el conflicto.
¿Por qué a veces fe y ciencia se enfrentan?
Existen al menos dos factores que contribuyen a un potencial choque entre ambas. Primero, falta de información. Si conociésemos todo sobre la revelación y la razón, podríamos saber donde está la verdad. Pero no sabemos todo y por lo tanto, el conflicto es posible. Además, parte de lo que consideramos conocimiento, es falso. Los cristianos sinceros con frecuencia discrepan sobre un mismo punto de la revelación; no se debe a diferencias en la revelación, sino a diferencias en interpretación. Asimismo, los científicos discrepan respecto a cómo interpretar datos, y la historia de revoluciones científicas nos recuerda que el consenso no es ninguna protección en cuanto a futuras reinterpretaciones.2
En segundo lugar está el orgullo humano. Éste puede manifestarse de diversas maneras: orgullo sobre la opinión es una de ellas. Una vez que tenemos una postura es difícil admitir que nos equivocamos y cambiar nuestra opinión, especialmente si el proceso es público. Tanto los científicos como los estudiosos de la Biblia pueden sentir que es difícil retractarse de creencias que han expresado. El orgullo de nuestra autosuficiencia también puede dificultar la aceptación de la revelación. Preferimos aprender algo por esfuerzo propio, a que alguien nos dé la respuesta esperando que la aceptemos. Esto es especialmente difícil si la relación entre el que brinda la revelación y el receptor no es estrecha. Otro problema del orgullo es que la revelación bíblica a menudo es desagradable. La Biblia revela que los seres humanos son fáciles de engañar, están propensos al error y son incapaces de discernir la verdad acerca de Dios. Incluso los seres humanos pueden a veces ser suficientemente perversos como para rechazar deliberadamente la revelación, incluso aunque vaya contra la razón (Romanos 1:18-25).
Respuestas para el conflicto entre fe y ciencia
Se han propuesto varias respuestas para manejar el aparente conflicto entre fe y ciencia.3
Negación del conflicto. Algunos eruditos procuran negar cualquier conflicto. Lo que parece ser un conflicto puede en realidad ser verdad en un cierto sentido que todavía no entendemos (“complementariedad”). Ambas pueden ser entendidas como entidades que se ocupan de distintas esferas (“disociación”) y el conflicto puede ser el resultado de aplicar mal una u otra fuente del conocimiento a preguntas fuera de su esfera legítima. Una forma de esta discusión es la postura “Magisteria sin traslapo”4 impulsada por el ya fallecido Stephen Gould. Según él, la ciencia se ocupa del mundo material mientras que la Escritura se ocupa de conceptos abstractos, tales como Dios, valores, moral, etc. Si esta postura fuese cierta, no deberíamos estar analizando este asunto. Tales puntos de vista son claramente incorrectos. Tanto la ciencia como la Escritura se ocupan claramente de asuntos en común. Quizás el más importante es el origen y naturaleza de los seres humanos.
Admitir el conflicto pero negar la resolución. Otra posibilidad es reconocer el conflicto pero considerarlo insuperable. Se puede mantener el aislamiento entre ciencia y fe sin permitir que interactúen (“compartimentalización”), o admitir el conflicto, pero adoptar la postura que es imposible saber cuál es la verdad (“agnosticismo”). Algunos, como alternativa, prefieren aceptar una fuente y rechazar la otra (“truncamiento”). Muchos cristianos simplemente rechazan la ciencia bajo la premisa que es trabajo del Diablo, mientras que muchos secularistas rechazan la Biblia como una obra de ficción. Tales posturas pueden ser utilizadas para evadir el duro trabajo de ocuparse de estos asuntos, pero a la vez, impiden cualquier acercamiento y dejan al individuo en un limbo intelectual.
Integración priorizada. Esta postura intenta integrar fe y ciencia en una cosmovisión globalizada; es una tarea ardua, pero a fin de cuentas es la opción más satisfactoria. Requiere que uno identifique puntos de conflicto, evalúe la evidencia pertinente tanto de la ciencia como de la Biblia y estime la probabilidad de cada propuesta. Por ejemplo, al evaluar las posturas enfrentadas respecto al origen de los seres humanos, uno puede considerar si es más plausible que hayan sido creados directamente por intervención divina o por medio de procesos que se pueden observar en la naturaleza.
La integración priorizada es compatible con la razón y con la revelación. La razón se utiliza para examinar las evidencias científicas así como también las bíblicas y para evaluar el grado de verdad de cada postura. Es consistente con la revelación porque los escritores bíblicos se refieren en forma positiva, aunque a veces con precaución, a ambas fuentes de conocimiento. Muchos de ellos apoyan la razón, la sabiduría o conceptos similares (Hechos 18:4; Isaías 1:18; 1 Pedro 3:15; Proverbios 3:13-15; 1 Juan 4:1). En la Biblia también se habla en forma positiva de la revelación (Juan 17:17; 1 Pedro 1:25; Deuteronomio 29:29; Amós 3:7).
Los autores bíblicos afirman que la razón y la revelación son fuentes de conocimiento acerca del mundo, pero no les atribuyen igual confiabilidad a ambas fuentes. La Palabra de Dios se presenta como absolutamente verdadera y vinculante. La razón humana es engañosa y ocasionalmente debe ser corregida por revelación divina (1 Corintios 1:19, 20; Romanos 1:21, 22; Eclesiastés 8:17; Isaías 40:25, 26). Aunque los cristianos tienen mucho respeto por la razón y la revelación, en caso de conflicto le dan prioridad a la revelación. Algunos cristianos sostienen que puesto que la revelación es más confiable, se puede hacer caso omiso de la razón en áreas de conflicto. Desafortunadamente, la situación no es tan simple e incluso la Biblia puede ser utilizada incorrectamente (2 Pedro 3:16; Mateos 4:5, 6; Juan 5:39, 40). Los seres humanos también pueden malinterpretar la revelación divina; así que es preciso ser cauteloso. La razón debe ser usada para evaluarse correctamente a sí misma, y ésta puede ser una fuente de dificultad al intentar resolver aparentes conflictos entre la revelación y la razón.
Puede ser que en ciertos casos haya que suspender un fallo, y en todos los casos debemos reconocer la falibilidad de nuestros propios juicios y opiniones. Sin embargo, esto no significa que debemos refugiarnos en el agnosticismo. Podemos utilizar nuestra razón para tomar la decisión de ejercitar la fe, mientras reconocemos que la fe es una opción que no está basada en la demostración de nuestra creencia.
Cuatro puntos de conflicto acerca de los orígenes
Las posturas sobre los orígenes se diferencian en un sinfín de detalles, pero la mayor parte de éstos surgen de algunos puntos centrales que incluyen los siguientes pares de asuntos contrastantes.
1. Dios y naturaleza.
1.A. Creación: Dios actúa en la naturaleza. Su accionar incluye actividades regulares de mantenimiento, consideradas como leyes naturales y también hechos específicos que consideramos singulares o milagrosos.
1.B. Evolución: Todos los acontecimientos en la naturaleza ocurren de acuerdo a leyes naturales. Aunque Dios existiera, podría ser o no ser, que haya originado el universo con el Big Bang; pero en cualquier caso, no interviene en acontecimientos naturales ni lo ha hecho en el pasado.
2. Dios y los seres humanos.
2.A. Creación: Dios creó una gran diversidad de vida desde el principio. Los seres humanos son resultado de una creación especial, dotados con cualidades según la imagen de Dios.
2.B. Evolución: La vida surgió como resultado de leyes naturales y se ha desarrollado a partir de un ancestro común hasta llegar a la gran diversidad actual. Los seres humanos fueron parte de ese proceso y son básicamente animales con cerebros altamente desarrollados.
3. Dios y el tiempo.
3.A. Creación: La creación no requirió períodos de tiempo prolongados. El universo fue creado ex nihilo, por la palabra de Dios. Las condiciones necesarias para la vida en nuestro planeta y la vida en sí misma, fueron creadas en un corto período semanal. La creación del mundo ocurrió en algún momento pasado que puede medirse en miles de años, aunque otros mundos pudieron haber sido creados con anterioridad.
3.B. Evolución: La producción de organismos vivos y sus medioambientes ocurrió a través de procesos naturales y graduales que requieren períodos de tiempo que se miden en centenares a miles de millones de años. Nuestro planeta es apto para la vida porque por casualidad tenía las características necesarias para su desarrollo.
4. Dios y el mal natural.
4.A. Creación: El mal natural no existía en la creación original. A Adán y Eva, se les dio la responsabilidad de cuidar el planeta y sus organismos vivos. Por la caída en el pecado, Satanás se apoderó del planeta provocando la existencia del mal natural, muerte, enfermedad, destrucción, etc. A través de Jesucristo, el dominio será restaurado a los seres humanos.
4.B. Evolución: El mal natural es el resultado lamentable del funcionamiento de las leyes naturales. No hay Diablo, ni Adán, ni caída ni ninguna restauración futura.
La mayor parte de los detalles de interpretación que distinguen la creación de la evolución están ligados a estos cuatro pares de alegatos discrepantes. La primera postura, que plantea la relación de Dios y la naturaleza, constituye la base para los otros dilemas. La manera en que cada uno responde a estas cuestiones va a influir sobre el modelo de los orígenes que se favorece. A continuación se detallan algunos ejemplos.
Tentativas de reconciliar ideas sobre los orígenes
Se han realizado numerosos esfuerzos para combinar ideas de la ciencia y la fe en Dios. A continuación se considerarán sólo las más populares. Una discusión más extensa está disponible en otras fuentes.5
La evolución teísta acepta las conclusiones científicas basadas en la filosofía naturalista, pero intenta incluir cierta influencia divina para justificar la idea que la creación de los seres humanos fue intencional y no accidental. Es un modelo muy popular, probablemente porque parece estar basado en la ciencia pero no excluye a Dios. Sin embargo, hay una inconsistencia lógica al intentar construir una visión de la actividad divina sobre la base filosófica del naturalismo que niega la acción de Dios en la naturaleza. La parte teísta de la evolución teísta contradice la base filosófica de la postura científica actual que separa a Dios de la naturaleza. La parte evolutiva contradice la posición bíblica de una creación especial. Teológicamente, la evolución teísta parece ser la peor propuesta disponible. El dios de la evolución termina siendo peor que la ausencia de un dios. Científicamente, los modelos evolutivos son refutados por la evidencia que sugiere la falta de procesos naturales para generar nuevas formas morfológicas o la información que regula su desarrollo. En última instancia, la evolución teísta no logra reconciliar la ciencia y la Biblia porque somete la Biblia a deducciones científicas basadas en naturalismo filosófico, y también porque no proporciona explicaciones satisfactorias sobre fenómenos de la naturaleza, tales como el origen de la vida, nuevas formas moleculares, etc.
La creación progresiva sugiere que Dios creó diversas clases de organismos, destacándose los seres humanos, pero lo hizo durante mucho tiempo. Entre las creaciones sucesivas existieron largos períodos durante los cuales ocurrieron procesos ordinarios de selección natural que originaron diversificación y evolución en pequeña escala. Este modelo deja abierta la posibilidad de que los seres humanos pudieron haber sido creados en una creación especial reciente, quizás la creación descrita en Génesis. Científicamente, este modelo tiene la particularidad objetable de plantear una creación especial siempre que fuese conveniente, como si Dios interviniese para llenar huecos. Además, la secuencia de los supuestos acontecimientos de la creación en el registro fósil difiere de la secuencia del Génesis. Teológicamente, el modelo no puede explicar la causa de la muerte, puesto que implica que ya estaba presente mucho antes que existiera cualquier ser humano. Asimismo, invalida la idea de una caída en pecado, puesto que el registro fósil no indica ningún cambio en la naturaleza luego de la aparición de los fósiles humanos. Esto elimina la base lógica para la historia de la salvación. Aunque la creación progresiva es mejor que la evolución teísta, no logra reconciliar la ciencia y la Biblia porque viola normas del pensamiento científico al introducir a Dios, siempre que un “hueco” lo requiere, y destruye la lógica sobre la que se basa el tema central de la salvación bíblica.
La creación en dos etapas de Génesis6 es una teoría basada en Génesis 1:1 que hace referencia a una creación original del universo que dejó la tierra en condiciones inhabitables. Esto puede haber durado algunos momentos o un largo período de tiempo. Mientras la tierra estaba en esta condición oscura, húmeda, inadecuada para la vida, Dios, en una semana, creó una variedad de habitats y los pobló con organismos vivos. Al comienzo de la creación todo era inmaculado, pero el pecado de Adán acarreó el dominio de Satanás sobre la tierra, lo cual introdujo enfermedad y muerte. A su debido momento Dios volverá a crear y restaurar un mundo sin fallas, pero siempre respetando la libertad de elección humana. Teológicamente, esta teoría es por lejos superior a cualquier otra propuesta anterior. Científicamente, plantea algunas preguntas que merecen ser discutidas.
El registro de la creación de Génesis introduce una pregunta en relación a los acontecimientos del primer y cuarto día de la creación. La tierra se ilumina el primer día, pero el sol no se menciona hasta el cuarto día. ¿Cómo se produjeron los primeros tres días y noches? Se han propuesto tres soluciones: (1) La luz de los primeros tres días pudo haber sido producida por algo distinto al sol. La presencia de Dios pudo haber sido la fuente de la luz. O quizás una supernova iluminó la tierra en aquel momento. Entonces el sol podría haber sido creado en el cuarto día. (2) El sol ya existía en el primer día, pero no era visible como objeto distinto, quizás debido a una cubierta de nubes que tornaba la luz difusa. En el cuarto día la cubierta de nubes se disipó y el sol se pudo ver. (3) El sol estaba presente y visible a partir del primer día, pero en el cuarto fue designado para “gobernar” el día y señalizar las estaciones. Nuestra inseguridad en relación a cuál es la posibilidad correcta no significa que la pregunta no tenga solución; simplemente significa que no la conocemos.
El modelo de la creación en dos etapas también tiene algunos problemas a nivel científico. Los más conocidos son la determinación de la antigüedad por medio de radioisótopos y la secuencia fósil. Ciertas rocas contienen productos de decaimiento radiactivo que requerirían cientos de millones de años para acumularse a través de procesos naturales. El modelo de creación en dos etapas contempla la posibilidad que algunas rocas puedan ser muy antiguas, pero no explica por qué debería haber una progresión de fechas de lo más antiguo a lo más reciente. La existencia de un registro fósil se clarifica fácilmente en el modelo de creación en dos etapas como resultado de una catástrofe global conocida como Diluvio. Sin embargo, el modelo no explica por qué los fósiles aparecen en una secuencia ordenada de modo que organismos de clases similares se encuentran en estratos geológicos sucesivos y generalmente esto se puede observar en áreas muy amplias del mundo. ¿Cómo es posible que una catástrofe global crease una secuencia fósil ordenada en lugar de un desorden caótico? Quizás el mundo pre-diluviano estaba muy ordenado y la catástrofe mundial ocurrió muy ordenadamente siguiendo una secuencia de etapas. Aunque esta explicación es aceptable dentro del modelo bíblico de creación en dos etapas, es una adición ad hoc al modelo.
Aunque el modelo bíblico de creación en dos etapas no proporciona una explicación para todas nuestras preguntas, parece ser el mejor modelo disponible. Otorga el reconocimiento apropiado al registro bíblico a la vez que acepta tantos argumentos científicos como es posible para ser coherente con las enseñanzas de las escrituras. Una ventaja de esta teoría en comparación con las otras, es que propone la existencia de un Creador omnisapiente y omnipotente que tiene el poder y capacidad de realizar cualquier fenómeno en la naturaleza. Sin embargo, el hecho de que restan preguntas para las cuales el modelo no proporciona ninguna respuesta indica que tenemos más para aprender en esta área.
Fe y razón: viviendo con la tensión
Habiendo comprendido la tensión existente entre fe y razón, resta preguntarnos ¿cuál es la respuesta apropiada para nosotros mismos y qué podemos hacer por aquellos que nos pidan ayuda para entender estos temas?7
Primero, podemos contribuir explicando la naturaleza y limitaciones de la ciencia. El éxito de la tecnología y de la ciencia experimental es tan grande que muchos se dejan influenciar por declaraciones de científicos, incluso en áreas que están fuera del ámbito científico. Es necesario explicar las diferencias entre la ciencia experimental e histórica. Para la persona inexperta quizás no sean muy obvias las dificultades resultantes de intentar contestar las preguntas y puntos específicos de todo lo relacionado a los orígenes. Sin embargo, hacerlo es crucial para entender porqué la ciencia puede ser tan exitosa en ciertas áreas y tan especulativa en otras. La figura 1 presenta un esquema que puede ayudar a lograr esto.
En segundo lugar, podemos compartir la realidad de que no podemos probar nuestras creencias. No podemos probar ninguna cosa sin hacer suposiciones y son nuestras suposiciones las que determinan lo que podemos probar. Recién cuando se tienen suposiciones en común uno puede probarse mutuamente un asunto. Las personas seculares usualmente hacen suposiciones que son incompatibles con las suposiciones de los cristianos. Por ello no es llamativo que los conflictos queden sin resolver. Nunca podremos probar que la creación existió; tampoco podemos usar argumentos basados en la ciencia naturalista para demostrar que la teoría de la evolución está errada, aunque sí podemos mostrar que tiene ciertos problemas. Debemos aprender a vivir tranquilos a pesar de la falta de pruebas, mientras continuamos buscando una comprensión más profunda de la verdad.
Tercero, podemos ayudar desarrollando el pensamiento crítico. Debemos animar a otros que sean cautelosos respecto a lo que oyen; que aprendan a distinguir entre buenos y malos argumentos y entre datos e interpretaciones. Las personas que creen en la creación son propensas a aceptar malos argumentos. Por ejemplo, en cierto momento los creacionistas hicieron saber que habían hallado huellas de dinosaurio y humanas mezcladas, en el lecho calizo del río de Paluxy de Tejas. Esto ha sido repetido centenares de veces, aun cuando los responsables se hayan retractado de su “descubrimiento”.
Otro argumento pobre es que la tierra no puede ser muy antigua porque la población humana ha estado aumentando demasiado rápido. Serían necesarios apenas algunos miles de años para producir el número de personas que viven actualmente. Sin embargo, la población humana no podría multiplicarse a la velocidad actual si no fuese por el desarrollo de la agricultura, la producción de metales, la introducción de la escritura y las mejoras en el área de la salud. Estos inventos aumentaron la capacidad de carga del medioambiente para beneficio de poblaciones más numerosas. Sin éstos y otros inventos, Norteamérica aún tendría una población de unos pocos millones de personas, semejante a la de hace 500 años.8
Los evolucionistas también presentan malos argumentos. Por ejemplo, a veces afirman que la historia de la arca de Noé no podría ser real porque tendría que tener capacidad para todas las especies conocidas actualmente, incluyendo millones de tipos de insectos. Pero los creacionistas no creen esto. El arca fue construida para los vertebrados terrestres y desde el diluvio ha ocurrido diversificación.
Cuarto, con nuestro ejemplo podemos mostrar a otros que podemos creer aun siendo concientes de que hay dificultades para integrar la razón y la fe. Nuestra fe no necesita ser desestabilizada por aceptar la realidad que hay preguntas para las cuales no podemos proporcionar respuestas empíricas. Podemos fortalecernos observando la actitud de quienes se dan cuenta de los problemas y sin embargo han tomado una decisión consciente de aceptar el registro bíblico como un acto de fe que no está enfrentado a la razón, sino que se elige a través de un acto de la razón.
Finalmente lo más importante es que debemos desarrollar la capacidad de pensar y actuar desde una perspectiva cristiana y más específicamente creacionista. Esto requiere disciplina mental y perspicacia para reconocer las implicancias de ciertas ideas y la necesidad de reinterpretación. También requiere tener en claro la diferencia entre datos e interpretación. Debe recalcarse la necesidad de realizar con mucho cuidado la recolección de datos, de analizarlos aplicando análisis crítico y de colaborar con colegas con el fin de elaborar interpretaciones basadas en supuestos cristianos.
L. James Gibson (Ph.D., Loma Linda University) es el director del Geoscience Research Institute. Su dirección es: 11060 Campus Street; Loma Linda, California 92350; EE.UU. Página de Internet: www.grisda.org.
REFERENCIAS
1. Aquí y en el resto del artículo, la “razón” se utiliza para indicar razonamiento humano basado en la experiencia y observación, independientemente de revelación divina, especialmente en ciencia.
2. T. S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, 2nd ed. (Chicago: University of Chicago Press, 1970).
3. E.g., ver Ian G.Barbour, Religion and Science: Historical and Contemporary Issues (San Francisco: Harper, 1997); J. F. Haught, Science and Religion: From Conflict to ConversationOrigins 59 (2006):6-42. (Mahwah, NJ: Paulist Press, 1995); L. R. Brand, “A biblical perspective on the philosophy of science,”
4. S. J. Gould, Rocks of Ages: Science and Religion In the Fullness of Life (Nueva York: Ballantine Books, 2002). Otro biólogo evolucionista ha señalado la “duplicidad” de planteamiento de Gould; ver K. R. Miller, Finding Darwin’s God (Nueva York: HarperCollins Perennial edition, 1999, 2002), p. 170.
5. J. Gibson, “Issues in ‘Intermediate’ models of origins,” Journal of the Adventist Theological Society 14 (2004)2:71-92.
6. Esta idea básica es ampliamente aceptada por los creacionistas, aunque existen diferentes opiniones respecto a la duración del tiempo durante el cual la tierra estuvo deshabitada.
7. Ver A. Plantinga, “When faith and reason clash: Evolution and the Bible,” Christian Scholar’s Review 21 (1991):8-32.
8. Recientemente Jared Diamond informó que se estima que llegarían a ser hasta veinte millones; los cálculos anteriores estimaban en torno a un millón. J. Diamond, Guns, Germs, and Steel: The Fates of Human Societies (New York: W.W. Norton, 1997, 1999).
Fuente: Dialogo Adventista. Vol. 19, No. 2-3 (2007)