20 abr 2009

La Biblia, la ciencia y la televisión

Primero de una serie de artículos sobre la controversia ciencia-religión, nos introduce en cómo influyen los medios de comunicación en la opinión pública para que apoye o rechace la historia bíblica, el evolucionismo u otros temas conflictivos.


Frecuentemente la Biblia y las creencias bíblicas tradicionales son presentadas en programas científicos y documentales, en la televisión o en DVD. Muchos creyentes, incluyendo padres, profesores y estudiantes, se ven confundidos por las presentaciones de importantes científicos, arqueólogos e historiadores que cuestionan las explicaciones tradicionales o la validez de ciertas afirmaciones de la Escritura.

De acuerdo con estos expertos, no existe ningún indicio histórico o arqueológico para Moisés, el Éxodo o el cruce del mar Rojo, los israelitas nunca fueron un pueblo esclavo en la tierra de Egipto, y mucho menos conquistaron Canaán. Rechazan a David y Salomón como figuras históricas, y consideran que gran parte del relato bíblico concerniente al tiempo de los jueces y los profetas es sólo un elaborado compendio de historias, preparadas por escribas hebreos para establecer el espíritu de la nación judía.

Los nuevos documentales y programas televisivos sobre la Biblia y la historia antigua son presentados en forma vívida, con entrevistas y acción directa recreando la vida en el pasado, proporcionando de esta manera una escena más verosímil que la del relato bíblico. Frecuentemente estas recreaciones desafían la interpretación tradicional de la historia bíblica con “nuevas respuestas provocativas”, las cuales van dirigidas a sacudir el fundamento de nuestra fe en la fiabilidad del Antiguo Testamento. Una mirada detallada a estos documentales y programas permite ver que la información que presentan no está libre de problemas y fallos. Los padres, profesores y estudiantes deberían observar estos programas con una mente crítica y evaluadora, que considere la ciencia y la Biblia como dos importantes fuentes de información histórica y, al mismo tiempo, reconozca las limitaciones de nuestra capacidad de interpretación. Debido a la naturaleza de mi trabajo científico, tengo la oportunidad de estudiar el mismo material y bservar los mismos o similares descubrimientos que se presentan en la televisión en elaborados documentales. En general compruebo que muchas de la afirmaciones que se hacen delante de la cámara son cuestionables por su parcialidad, la falta de suficientes pruebas o la excesiva
influencia de Hollywood en la presentación y en el énfasis. Una demostración de estos puntos
requeriría la presentación de varios ejemplos de documentales y su evaluación detallada, lo
cual está fuera del alcance de esta revista. Sin embargo, me gustaría sugerir a aquellos lectores que creen que su fe en la Biblia se ve cuestionada por la información presentada en los medios de comunicación, que presten atención a algunos aspectos significativos de estos documentales.

La ciencia como un dios

La forma en que se presentan los descubrimientos y las interpretaciones científicas sugiere que éstas están muy por encima y son más precisas que las viejas historias de la Biblia. Al mostrar
la sofisticada tecnología y metodología utilizadas en estas investigaciones, el espectador tiene la impresión de que los científicos están “excavando” la verdad, convirtiendo así la ciencia en infalible. El espectador debe recordar que la misma tecnología es usada por científicos y arqueólogos con postulados completamente opuestos, y que su utilización no convierte una idea o
interpretación en más válida que otra.

Selección de las pruebas

Éste es un sesgo muy frecuente en las presentaciones científicas, especialmente en aquéllas que tocan aspectos relacionados con la historia bíblica. El famoso libro El Código Da Vinci (recientemente llevado al cine) es un ejemplo del uso parcial, equivocado y selectivo de indicios históricos y bíblicos, generalmente entremezclados con un énfasis en el descrédito de la Escritura. En los programas televisivos, las pruebas contradictorias con las ideas de los investigadores representados son descartadas o
simplemente ignoradas. Este prejuicio no sólo se da en referencia a ideas bíblicas, sino también
en lo tocante a ideas científicas que no son “populares”. Como ejemplo mencionaré la
predominancia de la idea de la extinción de los dinosaurios por un impacto meteorítico, lo cual
se presenta no sólo como la única idea aceptada por los científicos, sino además como confirmada.
Esto está lejos de la realidad, pues no sólo hay desacuerdo entre los científicos, sino que además hay muchos detalles que no encajan en el modelo. Pero esos desacuerdos y contradicciones no se presentan en los documentales, los cuales son editados con una selección minuciosa de pruebas.

Selección de las palabras

En los documentales en la televisión, generalmente se oyen las palabras “hechos”, “pruebas”, “demostrado”, “comprobado”, “científico”, “real”, “realidad”... en las declaraciones de los seleccionados científicos que intervienen. El uso selectivo del lenguaje de completa afirmación o totalidad confiere un aura de seguridad y veracidad al oyente, que tiende a creer que las ideas asociadas a dicho lenguaje son más verosímiles. Esos mismos científicos suelen menospreciar las ideas alternativas (creacionistas, religiosas, tradicionales o de cualquier tipo que
no sea la naturalista) con palabras como “ideas primitivas”, “leyendas”, “mitos”, "pseudocientíficas”, etcétera. Sin embargo, la categorización de las ideas no las convierte en más o menos verosímiles, y el lector de la Escritura debe tener cuidado, para no dejarse «llevar por quienes le quieren engañar con teorías y argumentos falsos, pues ellos no se apoyan en Cristo, sino en las tradiciones de los hombres y en los poderes que dominan este mundo».1

Ausencia de ideas alternativas

En estos programas de televisión, las ideas, interpretaciones y explicaciones alternativas son
generalmente rechazadas sin ser ni siquiera menrcionadas. Esto incluye tanto a las interpretaciones tradicionales y fieles al relato bíblico, como a otras explicaciones científicas que
puedan considerar en lo más mínimo una posibilidad de acción divina. En general, hay una ausencia de equilibrio en las ideas presentadas, con la abrumadora presencia de eruditos liberales y la ausencia casi total de eruditos conservadores y creyentes en la Biblia, excepto cuando es para ridiculizarlos. Es cierto que el mundo académico actual está dominado por aquellos que cuestionan la veracidad de la Biblia, pero todavía quedan muchos en esos círculos que afirman con firmeza su fe en la Escritura y que la sostienen con poderosos argumentos. A veces, como el profeta Elías, tendemos a sentirnos solos e indefensos en medio de la argumentación pagana y atea, cuando en realidad hay «siete mil personas que no se han arrodillado ante Baal, ni lo han besado».2

Predominio del naturalismo

El avance de la ciencia en las últimas décadas ha llevado a muchos eruditos e investigadores a
creer que cualquier evento bíblico o hallazgo relacionado con la Escritura ha de ser interpretado
dentro de un marco exclusivamente naturalista. Se descarta lo sobrenatural como imposible
o innecesario, puesto que hay (o se cree que hay) una “mejor” explicación materialista. Al mismo
tiempo, se supone y se deja implícito que las personas educadas e inteligentes no han de creer en
lo sobrenatural. Los documentales televisivos y los artículos de las revistas se centran en lo material, natural y potencialmente comprobable por medio de la observación o la experimentación. La acción sobrenatural no se contempla, excepto para asociarla con el oscurantismo de la Edad Media en Europa.

Interpretaciones extrañas de la Biblia

La Biblia no es un libro de texto, ni un compendio de historia, ni un libro con exhaustivas y detalladas explicaciones científicas. Los eventos que se presentan allí no son generalmente
explicados en un marco de causa-efecto, al que estamos acostumbrados en la vida diaria o en el
trabajo científico. El escritor bíblico asume que Dios está en control y conoce las causas. No hay
una intención de buscar una explicación natural o incluso lógica a ciertos eventos del entorno.
Este enfoque no formaba parte de la mentalidad judía. Sin embargo, esto no resta validez al
relato bíblico. Un ejemplo bien conocido es el de las plagas en Egipto, las cuales son producidas
milagrosamente por Dios, pero que se basan en agentes y procesos naturales. El creyente bíblico
señala que Dios produjo los milagros (plagas) utilizando los “materiales” naturales y las leyes
de la física y la química, de una manera que nosotros los humanos no podemos. Los documentales
televisivos generalmente presentan estas plagas como el simple resultado de los agentes
de la naturaleza y de la exageración del escritor. Con frecuencia se entrevista a ciertos investigadores que presentan las “avanzadas” ideas con frases como “tradicionalmente los investigadores creían que… pero ahora los eruditos están seguros de…”, y esto sin haber presentado la idea tradicional de una forma equilibrada y clara. De nuevo el lector cristiano debe ejercer su espíritu crítico y separar la paja del grano. Muchos fieles creyentes bíblicos creen que la televisión es un poderoso agente de destrucción de la fe cristiana, por su oferta de estilos de vida y pensamiento cuestionables y de programas científicos que rechazan la historia bíblica. Algunos optan por ignorar completamente dichos programas, cayendo de esa manera en el mismo error que critican. Los profesores y los pastores, especialmente, deberían evitar esta postura, por-que no les acerca a los estudiantes, quienes de todas formas van a ver los programas, o escucharán la misma información en las escuelas y en la Universidad, y terminarán con preguntas en sus mentes. Por otro lado, no encontramos en la Biblia ninguna pista de que no debamos conocer los argumentos contrarios a nuestra fe, sino más bien lo contrario. El apóstol Pedro exhortó a sus lectores a que «estén siempre listos para explicarle a la gente por qué ustedes confían en Cristo y en sus promesas. Pero háganlo con humildad y respeto».3
Frecuentemente los creyentes olvidamos ambas recomendaciones, la de estar preparados y la de responder con humildad y respeto. Los creyentes no deben sentir que su fe se ve amenazada por las presentaciones, programas o documentales científicos en los medios de comunicación.
Hay abundante evidencia y pruebas que testifican de la validez de la historia bíblica, pero esto no se muestra generalmente en la pantalla o en la prensa. Sin embargo, un ojo crítico y una mente entrenada en la Biblia es capaz, muchas veces, de distinguir entre la verdad y el error.

Referencias
1. Colosenses. 2: 8, Dios Habla Hoy.
2. 1 Reyes 19: 18, Dios Habla Hoy.
3. 1 Pedro 3: 15, La Biblia en Lenguaje Sencillo


El Autor: DR. RAÚL ESPERANTE
Investigador del Geoscience
Research Institute (Loma Linda,
California).


Fuente: Revista Advantista - Publicaciones Adventistas.com

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